Poné fecha de vencimiento a tu proyecto

Escrito por
Dr. Alex Contreras


Hay muchísimas diferencias entre abandonar el sueño de ser emprendedor y dejar un proyecto pero en ocasiones ambas cosas se confunden y se sostiene más de la cuenta un proyecto que debería haberse concluido tiempo atrás. 

El éxito muchas veces tiene que ver con la cantidad de oportunidades previas en las que ha tratado y fracasado. Nuestra cultura latina estigmatiza el fracaso, pero este es un elemento vital en la carrera del emprendedor. No solo se debe aceptar la equivocación con autocrítica porque es el camino del aprendizaje sino que también se debe poner empeño en aprender a errar rápidamente y de forma eficiente.

Quienes tienen gran éxito a la hora de formar empresas tienen una dinámica en testear rápidamente las ideas y en dejar las que no funcionan porque no tienen una aceptación en la gente o no es el momento.

En el camino del éxito de todo emprendedor hay una correlación entre la cantidad de proyectos que tienen éxito con los altos índices de prueba y error en la generación de los mismos.Es un juego de volumen y estadísticas.

Esto se contradice con emprendedores que sostienen de manera voluntarista más de la cuenta un proyecto, aun cuando hay signos y señales que nunca rendirá frutos. Y esta defensa a capa y espada de un proyecto muchas veces ocurre porque el emprendedor confunde una actividad o proceso puntual con la identidad y sueño de ser emprendedor.

Recuerdo la primera vez que un emprendedor nos preguntó: ¿Debería poner fecha a mi proyecto? La respuesta siempre es Si.

Todo proyecto debe nacer, de la misma manera en la que hoy muchos materiales se conciben con lo que se denomina “obsolescencia programada” que es la programación en el promo material del tiempo en que durará su vida útil, de modo que, luego de un tiempo este ya se tornará obsoleto. Hoy en día desde las lamparitas, hasta las medias de nylon o partes de un automóvil capturan este concepto. 

Como el vencimiento de la leche se produce por causas naturales, y los materiales son concebidos para que tengan una fecha de caducidad; de idéntica manera los proyectos deben pensarse para ser sostenidos en un tiempo, sea las etapas o la idea misma hasta confirmar que camina o que no camina.

Todo proyecto o emprendimiento que se lanza y prueba, debe tener en el intento de establecimiento una fecha de inicio y una fecha de finalización. Aquí nos estamos focalizando en el final, para establecer algunos conceptos con aquellos que por cuestiones personales no dejan ir algo que debería finalizar, pero también el proyecto debe tener una fecha de inicio.

¿Por qué deben tener una fecha de inicio? Porque la dilación y la procrastinación produce tormento, y coloca a la persona en una situación de pausa en la que espera producir un inicio pero como no lo inicia tampoco comienza otra cosa y su estadio se congela. Envejece pero no se desarrolla. Transcurre pero no transforma a otros mediante el cumplimiento de su propósito.

Así un proverbio nos enseña que “¡Qué tristeza da que los deseos no se cumplan! ¡Y cómo nos llena de alegría ver cumplidos nuestros deseos!”  (Proverbios 13:12 TLA). Vemos a menudo que la gente sola se coloca en esta situación de freezer, y aún habiendo recibido palabra, sueño visión o deseos hace tiempo, no pone en marcha su proyecto.

¿Es probable que ese proyecto no ocurra o llegue a buen puerto? Claramente eso está dentro de las posibilidades pero también es muy probable que ese destino y proceso sean intermedios para llevarlo a otro lugar. Es en el caminar donde se descubren nuevos horizontes, posibilidades y oportunidades, las que al nunca haberse explorado no nunca ven la luz.

Muchas personas se colocan en la situación fatal de no permitirle a Dios que ordene sus pasos, simplemente porque no han dado el primero. (Proverbio 16:9).

Sin embargo, si ya diste los primeros pasos y comenzaste también el éxito de cada etapa, tu atención y las emociones hacia el cumplimiento final deben tener una fecha estimada de concreción.

Y esto no implica una lectura negativa, sino una determinación objetiva sobre las condiciones que deben darse para que el emprendimiento sea un éxito. Se trata justamente de ser consciente en esperar claramente el cumplimiento de lo que deseamos.

Quien es el cliente; si resolvemos o no un problema; si alguien está dispuesto a pagar hoy por nuestro producto o servicio; si logramos un valor diferencial frente a otros;  entre tantas preguntas deben ser respondidas en un plazo de tiempo, porque de lo contrario el emprendedor sigue porfiando algo que quizás no és.

Siempre el trayecto cumple un objetivo y aunque probablemente no se cumplieron las expectativas, el emprendedor ya está en movimiento, aprendió cosas, conoció gente, etc., Puede volver a comenzar, pero sinó pone fin a lo que no es, no podrá volver a intentar. 

La falta de interpretación de esto, sumado al hecho que se vive culposamente el fracaso hace que muchos emprendedores con alto potencial, transiten los mejores años de su vida como zombis tratando de sostener algo que el mercado no valora o no necesita hoy.

Resiliencia y estamina son cosas muy distintas a la necedad y tozudez y recordemos que se emprende para solucionar los problemas y necesidades de otros, y para transformar la realidad. Nunca para mejorar nuestra autoestima, la que puede y debe ser tratada por otros medios.

Así como en todo proyecto se deben realizar asunciones para que tales y cuales cosas ocurran y que la idea se proyecte, también el emprendedor debe realizar previsiones sobre ciertos hitos sobre los cuales en caso de darse deberán ser la causa del fin del emprendimiento.

A continuación algunas señales que te pueden ayudar a identificar que es hora de poner fin al emprendimiento actual y pasar al siguiente proyecto:

1. Empiezas a cambiar el rumbo dramáticamente. Alquilaste un local para poner una pinturería pero luego crees oportuno arrancar con una pizzería en el mismo lugar para defender el alquiler y la inversión que hiciste, no por otros motivos.

2. Los clientes no están dispuestos a pagar hoy por el producto o servicio lo que vos tenías pensado y no quieres o no puedes ya revisar esto.

3. Ya no piensas en tener una visión o una misión sino en sobrevivir.

4. Comienzas a buscar razones para no explicar un fracaso en vez de motivos para solucionar un problema real de otros.

5. Continuas aún perdiendo dinero y tiempo porque lo transcurrido e invertido y por no sentirte mal frente a otros y no parecer un “perdedor” o asumir errores cometidos. 

6. Algunos de tus socios o compañeros de proyecto ya no tienen el mismo compromiso, resistencia, persistencia o disposición.

7. Algunos de tus socios o compañeros de proyecto tienen motivaciones diferentes o bien una agenda oculta y no alineada con la tuya.

8. Cuando alguno de tus socios o empleados comienzan a dejar el proyecto.

9. Te comienza a pesar lo que estás haciendo y has perdido el entusiasmo que tenían al inicio.

10. Se te empiezan a terminar las ideas.

Si algunas de estas cosas te ocurren, es momento de pensar en poner fecha de finalización al proyecto y así poder moverte al próximo.