
Papá (segunda parte)
En la nota encontrarás el video con el testimonio. El puerto de Río Gallegos contaba, en la década de los 60', con una importante estructura que se ocupaba de transportar carbón. El mismo provenía de Río Turbio al suroeste de la ciudad que en aquel entonces contaba con poco más de 14.000 habitantes. Solo, como ya había transitado la mayor parte de su vida, Papá llegó con sus casi veinte años a ese lugar de trabajo. Los inviernos eran de una blancura que atravesaba los huesos, la estepa patagónica se volvía aún más monocromática. En la tarea ardua de aquel inhóspito lugar al que fue confinado, conoció a Máximo Paredes de unos destacados ojos verdes, de semblante estoico, de pocas palabras igual pero de una gran comprensión sobre la necesidad ajena. No pasó mucho tiempo hasta que lo acogió como si fuera un hijo más. Ese hombre fue utilizado para cambiarle el destino a Papá.