“Ser o no ser, es siempre la cuestión”. En inglés “to be or not to be, that is the question”, es la primera sentencia del personaje Hamlet escrita allá por el año 1600 por William Shakespeare.
Esa frase representa un debate esencial de la experiencia del hombre en la que la actitud se debate entre tensiones de la voluntad y la realidad.
Vida y muerte son dos caras de una elección que en cada paso el hombre tiene para considerar.
En este caso vamos a jugar con esa frase en una dirección hacia aquellos emprendedores o líderes que muchas veces juegan a no ser, o dicho de otra manera se colocan en primer lugar del ser, pero como víctimas y no como protagonistas.
Y como hemos dicho en otras ocasiones el problema o las circunstancias que la vida y los emprendimientos nos presentan nunca son el real problema, sino nuestra percepción de esa circunstancia y nuestra reacción hacia el problema. Esas pueden ser siempre la solución o siempre el problema.
Es muy fácil estar insatisfecho con nuestro progreso si tenemos el comportamiento incorrecto. La actitud es la manera en la que determinamos nuestros pensamientos y eso determina lo que somos y lo que nos rodea.
El éxito de un emprendedor o de un líder puede ser una consecuencia de lo que otros hagan o dejen de hacer, o puede ser un resultado de una iteración -aunque sea gradual- de nuestras acciones con la realidad que se nos presenta, sea esta cual fuere.
El emprendedor está llamado a ser un actor principal en los problemas de los demás, de industrias, de países, de regiones. Con esto queremos decir, que emprende quien satisface necesidades o solucionar problemas de otros y esto a la vez que es una receta para el éxito del proyecto también es una salvaguarda para el carácter del emprendedor o líder.
Nunca debe ser al revés, es decir intentar usar lo que ocurre afuera para solucionar mis necesidades y problemas. Esto se va a dar de manera natural al capturar una oportunidad en el exterior.
Sin embargo vemos que como a veces estos factores están desordenados, se tiene a veces esa percepción de “el mundo contra mi”. Entendemos que en la motivación del porqué y para qué emprendo hay una punta del ovillo para explicar la mentalidad de víctima o el sentido de protagonista.
¿Por qué un emprendedor se victimiza? porque un gran componente de su accionar está dirigido a satisfacer su ser en mayor manera.
Decimos permanentemente que cuanto mayor sea la motivación allá afuera ( deseo cambiar una industria, mejorar una receta de una pizza novedosa, deseo cambiar los estándares de un servicios, deseo mejorar una cadena comercial, deseo … para otros…) más fuerte será la determinación y también la libertad del emprendedor en el cumplimiento de su destino.
No es lo mismo emprender para cambiar el auto, o simplemente tener mayores ingresos (lo cual está muy bien), que además para cambiar el barrio, una industria, una región, una cadena comercial o un país. Todas las motivaciones son válidas y están bien, pero no todas son iguales de fuertes, ricas y vivas para orientar y ayudar al emprendedor cuando el día malo llegue. Y siempre llega.
Cuando la motivación está afuera de mi, siempre puedo ser protagonista del cambio de otros, cuando la motivación es muy fuerte adentro tengo grandes chances que el mundo opere contra mí, en algún momento. Si yo soy el ombligo del mundo, la fragilidad está a la puerta de mi casa. Así será más fácil sentirse insatisfecho en un caso que en otro.
Si el emprendedor se coloca en la situación de víctima reclama por lo que le falta, lo que le molesta, lo que no tiene, aún cuando se lo merezca se coloca solo en una situación más delicada que la situación que intenta describir y por la cual probablemente tenga derecho a reclamar.
La posición de víctima tiene una justificación rápida, que trae una gratificación instantánea - la queja y la culta a otros- pero a la vez le trae un final agrio, que es el ceder la responsabilidad y libertad de creer “yo nada puedo hacer”.
Lo que comienza como un juego inofensivo, la expresión de un dolor o una crítica puede transformarse en un gran condicionante ya que al ser una constante esta actitud en nuestras vidas y la queja ser parte de nuestra rutina diaria lo que en realidad estamos haciendo es decir que no nos agrada lo que Dios está haciendo o permitiendo en nuestras vidas y con ello además de cuestionar su soberanía lo hacemos a EL destinatario final de la queja.
Este derrotero impide dominar el egoismo y todo sentimiento malo, trae envidia y nos quita la capacidad de pelear y conquistar. Nos lleva a no pedir, y si pedimos a pedir mal porque nuestra orientación es a satisfacer nuestros propios deseos (Santiago 4: 1-3).
Sin embargo otra actitud puede ser la de decirnos a diario, con independencia de lo que leemos en las noticias que pase lo que pase, me alegra que por confiar en Jesucristo, siempre podré disfrutar del amor del Padre y un día se que compartiré con él su grandeza (Romanos 5:2)
Si el emprendedor o líder no se siente un protagonista con todas las letras se evita acceder al máximo capital posible que puede aspirar en su camino: el aprendizaje. ¿Por qué? Como la víctima nada puede controlar y siempre es acreedora de las acciones de otros y nunca deudora de sus propios actos, no hay lugar para los errores (siempre son los otros y nunca yo) y por lo tanto no hay ocasión de aprender porque uno aprende en gran medida de sus equivocaciones. Debe hacerse cargo de las mismas. Las víctimas sin saberlo, fracasan siempre antes de comenzar.
Con esto no queremos decir, que todas las variables de la vida y los negocios o proyectos pueden estar bajo nuestro control, pero siempre tenemos en nuestra mano cosas que sí podemos hacer, siendo la más importante el saber cúal no podemos controlar y no prestarle en absoluto atención sino descargar en la confianza de Dios.
Focalizar para el líder y emprendedor es esencial porque su tiempo es el capital más preciado que tiene y muchas veces, las circunstancias que no podemos resolver, se transforman en un entretenimiento para el incumplimiento de nuestro propósito.
Victor Frankl fundador de la Logoterapia y sobreviviente de un campo de exterminio, en su libro El Hombre en busca de sentido dice: “A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino.”
Como él dice, la libertad del hombre no es una libertad con respecto a todo condicionamiento, sino más bien como la posibilidad de tomar posición ante cualquier condición que se deba enfrentar.
La queja y la victimización es totalmente incompatible con el carácter creativo y de influencia que todo emprendedor o líder debe desarrollar.
Animate a asumir el papel de protagonista. Nuestro hoy requiere de emprendedores con esa actitud. Sinceremos nuestra actitud frente a Dios y pidámosle fuerza y entendimiento para cambiar el rumbo de nuestra vida.