Coheredero de la gracia de la vida

Escrito por
Pr. Sebastián Golluscio


“… como coherederas de la gracia de la vida ” (1 Pedro 3:7)

 

Es interesante escuchar los términos que las personas usan para referirse a su cónyuge. Las expresiones van desde el tradicional “mi amor” o “mi vida”, hasta diminutivos infantiles o apodos como “cosita”, “mi pimpollito”, “mi cuchi cuchi”, “solcito mío”, “corazón”, “mi león”, “osito”, “ternura”. También están esas palabras que, dependiendo de la entonación, pueden denotar cariño o un profundo menosprecio: “la bruja”, “viejo”, “mi loquita”…

 

Hay tantas maneras de hablar de nuestro cónyuge como parejas en el mundo, y cada cual tiene derecho de usar el término que quiera (mientras sean palabras que expresen amor y generen la sensación de que solo yo puedo invocarte en esos términos). Pero más allá de la expresión que elijamos, hay un común denominador que debería caracterizar cualquier invocación. Somos “coherederos”. 

 

No conocemos a ningún esposo que llame a su esposa “mi coheredera”. Tampoco ninguna mujer que presuma de su “coherederito hermoso”. No son términos coloquiales, y tampoco estamos sugiriendo que los usen. Pero sí creemos que el significado que la palabra encierra debería estar profundamente incorporado a su concepción del otro, y a la manera de tratarlo.

 

Co-heredero, significa “heredar con” o “heredar junto a”. Jamás olviden que están juntos para heredar juntos, para recibir juntos, para disfrutar juntos, todas las cosas buenas que Dios les preparó. Él es el que nos regala “la gracia de la vida”. Pero esa gracia no puede ser acaparada de forma egoísta. Recuerden que desde el día en que se casaron ya no existe “lo tuyo” y “lo mío” sino solo “lo nuestro”. Construyan ese “nosotros” sabiéndose coherederos de la gracia de la vida.     

 

Aplicación:

  • Denle gracias a Dios por el privilegio de ser coherederos de la gracia de la vida.
  • Crean que él tiene preparadas cosas maravillosas para ustedes, y agradézcanle por eso.