Atrévete a soñar

Escrito por
Alex Contreras


El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos….,  dice un tema musical que expresa una verdad a medias porque el tiempo nunca transcurre de la misma manera para todos.

Siempre digo que tenemos la edad que tienen nuestros sueños ya que podemos elegir vivir conforme al pasar de los días de nuestro calendario, o bien de acuerdo a la energía que nos aporta la ejecución de los planes del futuro. Esta es una observación de los procesos de crecimiento de personas y también de la gestión de proyectos en los que participamos.

Mientras que algunas personas en sus 20, 30 o 40  años buscan satisfacer necesidades cotidianas con escasa pasión, hay también jóvenes de 50, 60 y 70 (y+) años para quienes los sueños por cumplir son un desafío permanente que los llena de vitalidad.

Un querido amigo, que este año ingresa en sus 79 años es uno de estos hoy llamados  “viejenials” (adultos que nunca envejecen), ha preparado un plan plurianual de 5 años para expandir por América Latina a una empresa Argentina; una asignatura pendiente en su vida que lo hará transitar un recorrido nuevo hasta sus 85 años. Sus conversaciones y días están impregnados de una vitalidad propia de los 20 o 40 del calendario.

 

Hacerse viejo es inevitable, pero envejecer es opcional.

Hay una gran diferencia entre envejecer y hacerse viejo. El envejecimiento es un proceso natural pero el hacerse viejo (o sentirse joven) es una decisión personal consciente o inconsciente. Hacernos viejos es inevitable conforme transcurran los días, pero envejecer es opcional accionemos sobre esto o no.

La buena noticia es que esta oportunidad no es solo para una etapa de la vida, para personas preparadas o con recursos sino que está disponible para todos. Dicho de otra manera nunca es tarde para anhelar algo nuevo sin importar el tiempo transcurrido, las chances perdidas o los errores cometidos. Podemos esperar lo nuevo mientras exista un suspiro en nuestras vidas.

Sin embargo este proceso no se da automáticamente sino que debe ser provocado por una determinación personal sostenida con decisiones diarias que buscan descubrir nuestro propósito y llevarlo a cabo. Esta receta se produce en el encuentro de la puesta en valor de nuestro pasado, el reconocimiento y mejora de las capacidades y la pasión que provoca el deseo por ayudar a que los otros ganen. Cuando tomamos esta decisión  la creatividad y los deseos llegan naturalmente porque son parte del plan de Dios para el hombre y están a disposición de todo el que quiera encontrarlos.

 

Iniciar el proceso tiene gran valor para los otros y para nosotros. 

“Pasaron cuarenta y cinco años desde que se me prometió aquella montaña, y todavía no la hemos conquistado. Si bien, hoy tengo 85 años siento que mis fuerzas y energía son las mismas que aquel día en mis 40. Así que, dame esa montaña”. Este es el diálogo posible entre Caleb y Josué que nos recuerda la Biblia en Josué 14: 10-13.

La historia muestra un hombre con el espíritu intacto y lleno de ganas de cumplir sus objetivos de transformación de la realidad para los demás, pero que paralelamente lo llena de energías, plenitud y una fe sobrenatural. ¿Por qué habrá sido así?.

Caleb le creyó a Dios por un sueño grande y esto lo llevó a transformar la realidad de otros, pero fue ese mismo deseo el que lo mantuvo con las fuerzas intactas durante años hasta el cumplimiento. Cuando simplemente buscamos satisfacer nuestras necesidades sin grandes desafíos ni conquistas por delante llegará un momento donde estas tiendan a desaparecer;  pero cuando buscamos que otros ganen encontramos una plenitud que energiza y prolonga la vida.

Esa montaña de Caleb esconde un gran principio que enseña que cuando la meta es mayor a lo que nuestras fuerzas pueden alcanzar, no habrá otra alternativa que buscar y esperar la sobrenaturalidad de la manifestación de Dios en y por nosotros.

Es sabido que para conquistar algo en nuestro mundo exterior primero debemos dominar nuestro interior, pero esto último solamente ocurre cuando hay afuera un premio que valga la pena. Este proceso que por un lado nos expone a nuevas realidades, también nos demandará desarrollar nuevas capacidades, y con esto la búsqueda de introspección y mejora constante personal de manera permanente.

Adicionalmente, en esta búsqueda encontramos un efecto terapéutico ya que transitamos el presente de una manera confiada y apacible. Es fácilmente identificable una persona que carece de visión sobre su futuro por la forma abrumada en la que vive su presente, ya que tener un horizonte hacia el largo plazo transforma en pequeñas las circunstancias del presente.

La visión de cumplimiento hacia el propósito personal también ajusta las conversaciones, las que no se referirán a circunstancias, anécdotas y menos  personas, sino que a deseos y servicio a los demás creando realidades de esperanza, libertad y paz.

 

La misma provisión para las necesidades también aplica a los sueños.

Somos conscientes que la provisión divina suple toda necesidad y que también nos permite transitar cualquier presión o dolor diario, pero no siempre tenemos presente que se trata del mismo poder para afrontar los cambios personales que traen lo nuevo.

El pan nuestro de cada día tiene un efecto amplificador integral y contiene una misma gracia que satisface necesidades, que trae templanza para soportar dolores, pero que también inspira hacia la innovación y nos permite caminar la incertidumbre de lo porvenir. 

No seremos expuestos a mayor tentación que la que podamos soportar como nos lo recuerda la primera carta de Pablo a los Corintios (10:13), pero esta actividad de nuestro Espíritu Santo se aplica también a aquellos otros casos cuando necesitamos lo que nos falta para el cumplimiento de nuestros deseos como dice la otra carta de Pablo a los Filipenses (2:13). La misma semilla del querer, contiene todo lo necesario para que la obra sea realizada.

Lo que hoy necesitamos  nos lleva a la templanza y a confiar en Dios, mientras que nuestro futuro nos pone en dirección a la paciencia y a la transformación permanente. Se trata de la misma provisión divina que actúa sobre dos caras de una misma moneda. 

 

Atrevete a soñar

Los sueños ponen a nuestra disposición la posibilidad de renovarnos, solo tenemos que dirigirnos hacia ellos sabiendo que el mismo que un día llegó a nuestras vidas para salvarnos, es el que también desea nuestra mejora permanente. 

No debemos conformarnos con una victoria inicial sino que debemos comprender que siempre hay más por lograr. Nuestra calidad de vida estará siempre relacionada con las expectativas que tengamos sobre nuestro futuro, y nunca con las circunstancias del presente. 

Si solamente se busca la satisfacción de necesidades, eso se conseguirá; mientras que si se abraza otro tipo de interrogantes y se comienza un camino de búsqueda y concreción del propósito personal habrá una proyección distinta que no solo hará impactar a otros sino que modificará para bien la manera actual de vivir.

Una vida de simple conveniencia es un camino hacia la vejez, pero una llena de convicciones es un boleto a la juventud eterna. Atrévete a soñar.