Que aparezca el bien #9

Escrito el 16/09/2022
Mirtha Ferrari


Habitualmente, estoy inspirada a escribir acerca de situaciones en las que lo pasé mal, y con el "diario del lunes", expresión muy común en nuestros días qué significa "saber lo que pasó, y cómo Dios usó esa situación para enseñarme o decirme algo", describir justamente esto,  cómo se resolvió, para dar Gloria a Dios.


La semana pasada, en varias ocasiones, me sentí una persona privilegiada y muchas, muchas veces, se lo dije al Señor agradecida.


Pero la vida no es algo lineal y tiene algunos subes y bajas: a veces estoy preparada para los dos, pero a veces los bajas me pegan muy duro, y hasta me derriban. Hay un Salmo en la Biblia, que se ajusta casi a cada situación que toca enfrentar. Es el Salmo 23 y trata de una oveja, sí, el animalito, honrando a su pastor por el cuidado que tiene de ella. Está escrito justamente por un pastor, cuando ya no se dedicaba a esta actividad, y que en una mirada retrospectiva, analiza de esta forma todo lo que Dios hace e hizo por él.


Hasta acá toda la referencia a un asomo de explicación de este Salmo, porque en realidad, no se trata de un estudio bíblico lo que quiero compartir, sino de sensaciones, de sentimientos. Me encanta agilizar la mente con crucigramas y, por lo tanto, soy gran compradora de esas revistas que los traen.


Una de las definiciones que aparece comúnmente es "untar", y la respuesta es: "ungir".
En el Salmo 23, la oveja le agradece al pastor porque "unge" su cabeza con aceite.
Si me pongo a pensar, que a uno le unjan la cabeza con aceite, no le hace ningún favor.
Me acuerdo que cuando era adolescente usaba el pelo muy largo, y no había la cantidad de productos para cuidarlo que hay ahora. Una compañera me dijo que si me llenaba la cabeza con aceite de cocina a la noche y al día siguiente me lo lavaba, mi cabello iba a estar suave, sedoso. La historia es que así lo hice, pero elegí uno de los peores momentos. Unté mis cabellos la noche anterior a un importante acontecimiento, ya no recuerdo cuál. Pero lo que sí recuerdo es el resultado: estuve "chorreando" aceite muchos días, a pesar de los muchos lavados.


Volviendo al Salmo 23, decía que la oveja le agradecía al pastor por ungir su cabeza con aceite, lo cual no sería mi caso, al recordar mi experiencia. Pero poniéndome en "modo oveja", "googlée" este significado, y me di cuenta de que no estaba tan alejado de mí, y de mis sentimientos. Que el pastor ungiera la cabeza de la oveja con aceite, repelía las moscas que entraban por sus oídos, y los otros bichos que “anidaban". ¿Se dirá así cuando se trata de bichos? Seguimos: que anidaban en sus ojos y le impedían ver.
Y ahí sí, me sentí más oveja que nunca.


¿Por qué? Porque pasé de sentirme una mujer privilegiada a ser una oveja con mucho "ruido" en mis oídos, y muchos bichos que me están impidiendo ver la bendición de Dios, y todo esto, "sin escalas", como se dice comúnmente. Porque puede ser que la paz del mundo esté alterada, puede ser que haya muchas personas sufriendo por enfermedades o falta de otras cosas fundamentales. Puede ser que en la calle me insulten, o hasta me agredan, pero la verdad es que me olvido enseguida porque no estoy involucrada.


Pero, cuando las grandes y hasta las pequeñas cosas, les suceden a gente que amo, o vienen de gente que amo, ahí sí, necesito que el Pastor unte mi cabeza con aceite, y ahuyente a las "moscas" en mis oídos que pretenden que no escuche su voz, y a los "bichos" en mis ojos que quieren nublar el camino, ese camino que Dios está marcando, ese camino de aceptación.


De repente, me imagino el espejo de mi baño, cuando cierro la ducha caliente. Primero, no veo nada, al ratito se va desempañando, y mi imagen es cada vez más nítida. En este momento, veo bastante poco, pero sé que es momentáneo. Que está llegando, que esta nueva circunstancia que nubla mi entendimiento, que me entristece, tiene fecha de vencimiento. Como tantas otras veces, como siempre. Y entonces, espero. Solamente, espero. ¿Qué?


Este Salmo termina diciendo que el bien me seguirá todos los días. Por eso, espero que el bien, aunque difiera de mi entender y parecer, aparezca.