¿Dónde se concretan los sueños?

Escrito por
Pr. Carlos Mraida


La crisis económica y social de Argentina hizo que muchos argentinos dejaran el país y buscaran mejores posibilidades en otras naciones. He visto resultados positivos de este tipo de decisiones pero he visto también resultados desastrosos.

Porque como ocurre en todos los aspectos de la vida, la cuestión es tomar las decisiones sobre la base de la búsqueda de la voluntad de Dios. Aquellos que salieron de Argentina con una indicación de Dios, hoy a pesar de sufrir el desarraigo, son bendecidos por Dios. Aquellos que salieron empujados por la crisis y no llevados por Dios hoy están pasando momentos difíciles, aún en países altamente desarrollados, y aún teniendo un buen pasar económico.
Hay una lección que podemos aprender de la historia de Isaac y es que la bendición de Dios, no depende del lugar sino de la dirección de Dios sobre nuestras vidas.

La bendición depende del que la pronuncia.
Génesis 26

Dice el texto que la situación económica y social en la que tuvo que vivir Isaac era tremendamente negativa. Literalmente había hambre en su tierra. Frente a semejante situación, Isaac piensa en emigrar. En aquel momento Egipto era la gran potencia de su tiempo, y entonces Isaac frente al hambre que había en toda la zona de Palestina decide irse a Egipto. Pero Dios no se lo permite y le dice que se quede en Gerar. Notá que Gerar era territorio filisteo. Así que el mandato de Dios a Isaac fue que habitara en una tierra de hambre y con el agravante de ser un extranjero, un forastero, con todo lo que eso significaba y significa hoy.
Dios le dice que El lo va a bendecir y prosperar en esa tierra de crisis, de hambre, y siendo él un forastero. Suena a locura. Pero dice, que Isaac le creyó a Dios, le obedeció, y se quedó a vivir en Gerar. Dios nos bendecirá a vos y a mí aún en países, como los latinoamericanos, en medio de situaciones de crisis, de hambre y necesidad. Porque la bendición no depende del lugar, ni de la situación, ni de tu condición. Si había un lugar para la prosperidad, ése era Egipto. Pero Dios le dice que no. Porque la bendición no depende del lugar donde vivamos.
Si había una situación menos propicia para ser prosperados y bendecidos era precisamente esa, dice que había hambre. Pero Dios le dice que en esa tierra de hambre lo va a prosperar. Porque la bendición no depende de la situación en la que vivamos. Si había alguien cuya condición personal lo inhabilitaba para ser prosperado en Gerar era Isaac, porque era forastero. Pero Dios le dice en esa tierra de hambre, y viviendo como extranjero, le iba a prosperar y bendecir. Porque la bendición no depende de tu condición personal.
La bendición no depende del lugar, ni de la situación, ni de tu condición, la bendición depende de Dios. Bendecir significa, decir bien. Ahora en el caso de Dios, cuando él dice, él hace. Entonces la bendición, el decir y hacer bien, depende de quién la pronuncia. Y el que nos dice que nos va a bendecir más allá del lugar, de la situación y de nuestra propia condición es Dios, que no miente ni falla.
A menos que tengas una indicación de Dios, no reniegues de tu lugar. Porque Dios te bendecirá en tu Gerar. Pero si Dios te indica que tienes que emigrar, no te ates a tu lugar, porque la bendición no depende de que estés en tu tierra o en tierra ajena, sino que estés donde Dios quiere que estés.

La bendición radica en la presencia de Dios con vos

La promesa que Dios le hace a Isaac y a nosotros también está en el verso 3 del capítulo 26 del Génesis y comienza diciendo: «Habita como forastero en esta tierra y estaré contigo, y te bendeciré». La bendición sobre nuestra vida radica, se fundamenta, en la presencia de Dios con nosotros. Yo estaré contigo. Si había alguien que se sentía solo, desprotegido, desamparado, aislado, era el extranjero. Pero Dios le dice no estarás solo, «yo estaré contigo». Cuántas veces nos sentimos así en nuestra propia tierra, solos, desamparados, desprotegidos. Pero el Señor nos dice, no te sientas más así porque yo estoy contigo.
En esto consiste la bendición: en la presencia de Dios. Moisés más adelante le diría al Señor, si tu presencia no ha de ir conmigo no nos saques de aquí. Y Dios le tuvo que asegurar que su presencia iría con él. Porque la bendición no es una cosa, sino la presencia de Dios. No elijas una bendición, elige la presencia de Dios. Porque con la presencia de Dios viene toda bendición. No elijas la prosperidad, elige la presencia de Dios. No elijas la sanidad, elige la presencia de Dios. Porque la presencia de Dios protege, bendice, prospera, provee, sana, restaura, salva, cuida, libera, suple, llena, satisface, alegra, fortalece, defiende, perdona, restituye, pacifica, valoriza, vivifica, etc.
Si tu presencia no ha de ir con nosotros, estamos derrotados. Pero si tu presencia va con nosotros, entonces tu presencia nos dará descanso, paz, bendición. Es su presencia la que nos bendice, no el lugar, no la situación, no mi propia condición. Por eso yo me tengo que cuidar de hacer, decir, pensar, de manera tal que no aleje mi vida de su presencia, porque cuando la alejo, alejo su bendición. Lo más importante no es tener la bendición sino tener al que bendice. Y el que bendice nos promete que estará con nosotros y nos bendecirá en el lugar en dónde él nos coloque.

La bendición alcanzará a tus hijos

En los vs. 3 y 4 del mismo cap. 26, tres veces se menciona la palabra descendencia. Y las tres veces Dios promete que bendecirá no sólo a Isaac, sino a su descendencia. Dios sabe y conoce nuestra preocupación por nuestros hijos y por su futuro. Y él nos promete que bendecirá a nuestros hijos. La mejor manera de velar por el futuro de nuestros hijos no es yéndose a Egipto. La mejor manera de velar por el futuro de nuestros hijos es que conozcan y vivan con la presencia de Dios en sus vidas.
Los padres tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que nuestros hijos estudien, se preparen , se capaciten, de manera tal que puedan tener las mayores posibilidades para desarrollarse laboralmente y materialmente. Esa es una responsabilidad nuestra como padres. Si amas a tus hijos, haz que se capaciten, aunque no quieran. No permitas que cuando sean grandes, digan: «porque mi viejo, mi vieja no me habrán obligado a estudiar…». Esto es parte de nuestra responsabilidad como padres. Pero aún mucho más importante que esto es que entendamos que lo que hará la diferencia en la vida de nuestros hijos es que tengan y vivan la presencia de Dios.
Hay padres unidimensionales. Que creen que la vida tiene una sola dimensión, la material. Me da la impresión que Isaac era así. Por eso Dios le tiene que repetir tres veces que bendeciría a su descendencia, y que lo haría no en Egipto, sino en Gerar. Yo me imagino que Isaac pensaría: nos vamos a Egipto, nos salvamos de la coyuntura de hambre que hay hoy en Palestina, y le doy un futuro seguro a mi hijos. Palestina era una tierra de permanente inestabilidad en todos los sentidos de la palabra, hasta el día de hoy. Mejor vamos a una «nación en serio», como Egipto.
Pero qué habría pasado con su descendencia en Egipto. Seguramente habrían adoptado los dioses egipcios. Y la estabilidad material sin Dios, es una maldición. Muchos creyentes en países desarrollados económicamente no mandan a sus hijos a la escuela. Aquellos hogares que pueden, la madre se queda en casa y hace de maestra para sus hijos, y los chicos una vez al año van a la escuela a rendir examen. La razón es que muchos chicos en los colegios han probado y experimentado con las drogas. Porque la verdad es que no hay lugar en el mundo que sea absolutamente seguro para nuestros hijos. Ni nuestro país, ni el exterior. El único lugar seguro es habitar en su presencia.

La bendición descansa en el pacto

La razón por la cual Dios bendeciría a Isaac era que Dios había hecho pacto con su padre Abraham. «Confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre» (3), y «por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes» (5). Dios es un Dios de pactos. Y si Dios honró el pacto hecho a Abraham y lo bendijo a Isaac y a su descendencia, cuánto más honrará el pacto hecho en Cristo Jesús, y firmado con su sangre.
Si aún no aceptaste a Jesús en tu corazón, hacelo ahora diciéndole: “Hoy te recibo en mi vida como Señor y Salvador.
¿Te das cuenta que Isaac no hizo nada? Él recibió la bendición, simplemente por ser heredero. Vos y yo recibimos la bendición integral, por ser herederos de Dios y coherederos con Cristo. No temas. El Dios del pacto, el Dios que hizo pacto contigo cumplirá su parte en el pacto: «Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. (Deut. 7.12-15).

La bendición se vive en obediencia

Isaac no sólo creyó a la Palabra de Dios sino que la obedeció. Y aunque iba en contra de su propia lógica, la obedeció. La bendición radica en la obediencia. Sin obediencia no hay bendición.

La bendición se concreta por su fidelidad

Dios es fiel y cumple lo prometido.
Mirá la definición de los otros sobre Isaac: «eres bendito». Observa cuál es la explicación que dan: Dios está contigo.
Renová tu pacto con Dios, asegúrate su presencia en tu vida, viví en obediencia para no romper el pacto y no alejar su presencia de tu vida. Y el resultado será que aún en Gerar, en tu lugar de crisis y necesidad, Dios te bendecirá a ti y a tu descendencia.